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El
cielo se estaba desmoronando. Parecía que la misma guerra que se
estaba librando por los Siete Reinos tenía su reflejo en las nubes,
y los truenos eran el fragor de la batalla, y los relámpagos
llamaradas devorándolo todo a su paso. Dentro de la posada, sin
embargo, la gente parecía ajena a todo. El calor de la lumbre, la
comida, el vino y las chicas en venta eran suficientes para hacer
olvidar el exterior, al menos por unas horas.
Sólo
uno de los huéspedes se mantenía aparte, lejos del crepitar del
fuego. Llevaba una túnica basta de lana con una capucha que le
cubría la cara casi por completo. Desde que había entrado, no había
dicho más que una palabra: “Cerveza”. Y aunque al principio
había causado murmullos y curiosidad, su hosquedad había terminado
por conseguir que dejasen de prestarle atención. Desde el anonimato
que la prenda le proporcionaba, el Perro miraba por la ventana sin
ver, ocupado en sus recuerdos y en la canción que un bardo errante
cantaba a cambio de unas pocas monedas.
Sometimes
it's hard to say even one thing true
when
all eyes have turned aside.
They
used to talk to you.
Conocía
la canción. Little Bird. Pajarito. Estúpido, asustado y débil
pajarito. Apretó el puño pensando en ella, en la forma que tenía
de rehuir sus miradas, en el miedo que parecía atenazarle
constantemente. En la inocencia que rezumaba por cada uno de sus
poros, la misma inocencia que él era incapaz de comprender pero que
le atraía como a una polilla la luz. Recordó lo cortés que era
siempre, la facilidad con la que llenaba su boca de mentiras para
intentar protegerse. Su obstinación en seguir viviendo en un mundo
de cuentos de juglares, intentando cerrar los ojos a la realidad que
le rodeaba.
And
people on the street seem to disapprove,
so
you keep moving away
and
forget what you wanted to say.
La
cortesía es la armadura de una dama, le había oído alguna vez
decir. Pero la cortesía no te protege de los golpes, ni de las
piedras, ni de la ira de los campesinos, pensaba. Ni de tu Rey. Media
sonrisa tensa y amarga se formó en las quemaduras de su cara. “¿Qué
habrías hecho sin mí, pajarito?” Se vio a sí mismo abriéndose
paso a espadazos entre la muchedumbre, sin perder de vista su
cabellera rojiza. Analizándolo en retrospectiva, le parecía absurda
la determinación con la que la había protegido. Por más que
buscaba en su ennegrecido corazón, no encontraba razones. Vació la
jarra de cerveza como si en su final fuese a encontrar respuestas, y
pidió otra a la camarera.
Little
bird, little bird,
brush
your grey wings in my head.
Say
what you said, say it again.
They
told me I'm crazy,
but
you told me I'm golden.
Quizá
fue porque ella no le trataba como un monstruo. Porque a pesar del
miedo que siempre tenía, era amable con él... aunque en el fondo
sabía que eso no era más que parte de su ridícula coraza de
damisela. Lo triste era que esa dulzura de mentira era mejor que
muchas actitudes de verdad. Y él se la había recompensado
exigiéndole una canción a punta de cuchillo.
Sometimes
it's hard to tell the truth from the lies.
Nobody
knows what's in the hold of your minds.
We
are all buildings and people inside,
never
know who walks through the door.
Is
it someone that you've met before?
Pobre
Sansa. Pobre pajarito. Sandor Clegane escupió una risa agria con
olor a alcohol. ¿Seguiría cantando las mismas canciones que le
habían enseñado? ¿Seguiría siendo igual de crédula, o habría
aprendido a desconfiar de algunas personas? En noches como esa, se
preguntaba si tendría que haberla obligado a huir con él. Enseguida
se decía que no, ¿qué habría hecho con ella? Sansa no estaba
hecha para la vida del fugitivo, y hubiera sido bien sencillo que les
atrapasen por su culpa. E inmediatamente después, perdería la
cabeza. Cuidarla dentro del castillo era fácil hasta cierto punto,
pero fuera...
Little
bird, little bird,
brush
your grey wings in my head.
Say
what you said, say it again.
They
told me I'm crazy,
but
you told me I'm golden.
El
Perro se hubiera descojonado en la cara de quien hubiera osado llamar
a aquello amor. Había deseo, por supuesto. La niña era atractiva y
él no estaba ciego, y cuando pensaba en que debería habérsela
llevado también pensaba en las veces que podría habérsela follado.
Y aunque más allá de eso, estaba el hecho de que Sansa era la
primera persona auténticamente inocente que él había conocido en
mucho tiempo... no, no la amaba. De hecho, Sandor dudaba seriamente
de ser capaz de sentir amor. Desde luego, no se hubiera entregado a
las llamas por ella.
I
know what I know,
a
wind in the trees
and
a road that goes winding under.
From
here I see rain I hear thunder,
somewhere
there's sun and you don't need a reason.
Se
preguntó si realmente brillaba el sol en algún lugar. Si, a esas
alturas, existía algún sitio seguro donde resguardarse de lo que se
avecinaba. No, claro que no. Su huida había sido impulsiva, muy poco
premeditada, pero él estaba mejor así. La mierda iba a salpicarle
fuera a donde fuera, y mejor recibir sólo la suya que la suya y la
de Joffrey. Seguro que el pajarito seguía convencido de que podría
volver a Invernalia, de que Robb ganaría la guerra y ella
encontraría un caballero alto y atractivo con el que desposarse y
vivir un romance digno de ser cantado. Seguro que ella creía que el
sol sí brillaba, aunque ella no pudiese verlo.
Sometimes
it's hard to find a way to keep on.
Quiet
weekends, holidays, you come undone.
Open
your window and look upon
all
the kinds of alive you can be.
Be
still, be light, believe me.
Ojalá
hubiese confiado un poquito más en él. Ojalá hubiese sido un poco
menos cortés y un poco más abierta. De todas formas, Sandor
comprendía que reaccionase así. Más aún teniendo en cuenta que
era fácil percibir que una parte de él -el Perro- deseaba destruir
esa absurda fuente de candor inagotable que el pajarito parecía
tener. La otra parte sólo quería recibir un poco de ese candor.
Comprenderlo. Quizá incluso alcanzarlo, ya que a él le fue
arrebatado y quemado en una chimenea.
El
Perro se levantó a la tercera cerveza y le dejó unas monedas en la
mano a la camarera. Fuera seguía lloviendo como si fuese el fin del
mundo. No importaba. No era seguro quedarse a dormir en una posada
donde cualquier imbécil podría reconocerle e intentar matarle, y
obligarle a causar una masacre. La canción del bardo seguía
sonando en su cabeza, y una extraña calidez se apoderó de sus
entrañas cuando pasó a escucharla con la voz suave y aflautada de
Sansa, contrastando con el frío de la túnica de lana empapada
amenazando con calarle los mismos huesos.
Little
bird, little bird,
brush
your grey wings in my head.
Say
what you said, say it again.
They
told me I'm crazy,
but
you told me I'm golden.
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Y aquí está la canción. Disfrutad :)
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