domingo, 22 de enero de 2012

Sueños de Poniente II: Little Bird.

Bueno, estamos en época de exámenes y no nos llegan e-cuervos a la ventana, así que, para que os entretengáis, he decidido rescatar uno de mis viejos fanfics para esta sección.  Es, concretamente, un songfic, basado en una canción, que os dejo al final del post.
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El cielo se estaba desmoronando. Parecía que la misma guerra que se estaba librando por los Siete Reinos tenía su reflejo en las nubes, y los truenos eran el fragor de la batalla, y los relámpagos llamaradas devorándolo todo a su paso. Dentro de la posada, sin embargo, la gente parecía ajena a todo. El calor de la lumbre, la comida, el vino y las chicas en venta eran suficientes para hacer olvidar el exterior, al menos por unas horas.

Sólo uno de los huéspedes se mantenía aparte, lejos del crepitar del fuego. Llevaba una túnica basta de lana con una capucha que le cubría la cara casi por completo. Desde que había entrado, no había dicho más que una palabra: “Cerveza”. Y aunque al principio había causado murmullos y curiosidad, su hosquedad había terminado por conseguir que dejasen de prestarle atención. Desde el anonimato que la prenda le proporcionaba, el Perro miraba por la ventana sin ver, ocupado en sus recuerdos y en la canción que un bardo errante cantaba a cambio de unas pocas monedas.

Sometimes it's hard to say even one thing true
when all eyes have turned aside.
They used to talk to you.

Conocía la canción. Little Bird. Pajarito. Estúpido, asustado y débil pajarito. Apretó el puño pensando en ella, en la forma que tenía de rehuir sus miradas, en el miedo que parecía atenazarle constantemente. En la inocencia que rezumaba por cada uno de sus poros, la misma inocencia que él era incapaz de comprender pero que le atraía como a una polilla la luz. Recordó lo cortés que era siempre, la facilidad con la que llenaba su boca de mentiras para intentar protegerse. Su obstinación en seguir viviendo en un mundo de cuentos de juglares, intentando cerrar los ojos a la realidad que le rodeaba.

And people on the street seem to disapprove,
so you keep moving away
and forget what you wanted to say.

La cortesía es la armadura de una dama, le había oído alguna vez decir. Pero la cortesía no te protege de los golpes, ni de las piedras, ni de la ira de los campesinos, pensaba. Ni de tu Rey. Media sonrisa tensa y amarga se formó en las quemaduras de su cara. “¿Qué habrías hecho sin mí, pajarito?” Se vio a sí mismo abriéndose paso a espadazos entre la muchedumbre, sin perder de vista su cabellera rojiza. Analizándolo en retrospectiva, le parecía absurda la determinación con la que la había protegido. Por más que buscaba en su ennegrecido corazón, no encontraba razones. Vació la jarra de cerveza como si en su final fuese a encontrar respuestas, y pidió otra a la camarera.

Little bird, little bird,
brush your grey wings in my head.
Say what you said, say it again.
They told me I'm crazy,
but you told me I'm golden.

Quizá fue porque ella no le trataba como un monstruo. Porque a pesar del miedo que siempre tenía, era amable con él... aunque en el fondo sabía que eso no era más que parte de su ridícula coraza de damisela. Lo triste era que esa dulzura de mentira era mejor que muchas actitudes de verdad. Y él se la había recompensado exigiéndole una canción a punta de cuchillo.

Sometimes it's hard to tell the truth from the lies.
Nobody knows what's in the hold of your minds.
We are all buildings and people inside,
never know who walks through the door.
Is it someone that you've met before?

Pobre Sansa. Pobre pajarito. Sandor Clegane escupió una risa agria con olor a alcohol. ¿Seguiría cantando las mismas canciones que le habían enseñado? ¿Seguiría siendo igual de crédula, o habría aprendido a desconfiar de algunas personas? En noches como esa, se preguntaba si tendría que haberla obligado a huir con él. Enseguida se decía que no, ¿qué habría hecho con ella? Sansa no estaba hecha para la vida del fugitivo, y hubiera sido bien sencillo que les atrapasen por su culpa. E inmediatamente después, perdería la cabeza. Cuidarla dentro del castillo era fácil hasta cierto punto, pero fuera...

Little bird, little bird,
brush your grey wings in my head.
Say what you said, say it again.
They told me I'm crazy,
but you told me I'm golden.

El Perro se hubiera descojonado en la cara de quien hubiera osado llamar a aquello amor. Había deseo, por supuesto. La niña era atractiva y él no estaba ciego, y cuando pensaba en que debería habérsela llevado también pensaba en las veces que podría habérsela follado. Y aunque más allá de eso, estaba el hecho de que Sansa era la primera persona auténticamente inocente que él había conocido en mucho tiempo... no, no la amaba. De hecho, Sandor dudaba seriamente de ser capaz de sentir amor. Desde luego, no se hubiera entregado a las llamas por ella.

I know what I know,
a wind in the trees
and a road that goes winding under.
From here I see rain I hear thunder,
somewhere there's sun and you don't need a reason.

Se preguntó si realmente brillaba el sol en algún lugar. Si, a esas alturas, existía algún sitio seguro donde resguardarse de lo que se avecinaba. No, claro que no. Su huida había sido impulsiva, muy poco premeditada, pero él estaba mejor así. La mierda iba a salpicarle fuera a donde fuera, y mejor recibir sólo la suya que la suya y la de Joffrey. Seguro que el pajarito seguía convencido de que podría volver a Invernalia, de que Robb ganaría la guerra y ella encontraría un caballero alto y atractivo con el que desposarse y vivir un romance digno de ser cantado. Seguro que ella creía que el sol sí brillaba, aunque ella no pudiese verlo.

Sometimes it's hard to find a way to keep on.
Quiet weekends, holidays, you come undone.
Open your window and look upon
all the kinds of alive you can be.
Be still, be light, believe me.

Ojalá hubiese confiado un poquito más en él. Ojalá hubiese sido un poco menos cortés y un poco más abierta. De todas formas, Sandor comprendía que reaccionase así. Más aún teniendo en cuenta que era fácil percibir que una parte de él -el Perro- deseaba destruir esa absurda fuente de candor inagotable que el pajarito parecía tener. La otra parte sólo quería recibir un poco de ese candor. Comprenderlo. Quizá incluso alcanzarlo, ya que a él le fue arrebatado y quemado en una chimenea.

El Perro se levantó a la tercera cerveza y le dejó unas monedas en la mano a la camarera. Fuera seguía lloviendo como si fuese el fin del mundo. No importaba. No era seguro quedarse a dormir en una posada donde cualquier imbécil podría reconocerle e intentar matarle, y obligarle a causar una masacre. La canción del bardo seguía sonando en su cabeza, y una extraña calidez se apoderó de sus entrañas cuando pasó a escucharla con la voz suave y aflautada de Sansa, contrastando con el frío de la túnica de lana empapada amenazando con calarle los mismos huesos.

Little bird, little bird,
brush your grey wings in my head.
Say what you said, say it again.
They told me I'm crazy,
but you told me I'm golden.
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Y aquí está la canción. Disfrutad :)



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